Armiche Rodríguez, amor por el hilo y la aguja, diseñador de Nihil Obstat

“Adoro este trabajo y pongo el alma en cada traje. Cada puntada es una puntada de amor”. Con esta tierna frase, Armiche Rodríguez (Las Palmas de Gran Canaria, 1978) describe la vocación y la pasión que siente por su oficio. Un talento y una curiosidad que le viene de familia, ya que con él son tres las generaciones que se han dedicado a la sastrería y a la costura.

Criado entre algodones —en el sentido más literal de la palabra—, sus orígenes trazaron irremediablemente su sino y le abrieron camino en el fantasioso mundo de los tejidos. Un ámbito que pudo conocer a través de la sastrería masculina que fundó su bisabuelo junto a su esposa que era modista y que, posteriormente, llevó su abuelo. Su madre también cosía para clientas particulares y de ella, heredó su pasión por la costura. “Con los años he descubierto el enorme valor de saber hacer cosas con las manos y de tener el ojo educado para diferenciarte en este sector. Es algo que no se puede improvisar”, admite Armiche.

Tras estudiar diseño industrial en la Escuela Politécnica de Las Palmas y en la Escuela Politécnica de Valencia, en 2003 decidió matricularse en el Instituto Europeo di Designpara completar su formación con un postgrado de moda. Diferentes especializaciones pero, como explica Armiche, mantienen una línea común. “En ambos campos es necesario tener un esquema mental limpio y un espíritu pragmático para llevar las ideas a la realidad”.

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